Docentes luchando, no sólo estamos enseñando también estamos aprendiendo

Por Luis Arévalo, Daniela Coseani y María Fernanda Espejo (*)

La invitación a escribir nos coloca en el desafío de reflexionar y repensarnos en nuestro rol como delegades docentes en la Facultad de Sociales, en una coyuntura que es histórica para las Universidades Públicas. Asumir una militancia gremial en un contexto atravesado por una crisis que varies intelectuales la colocan en términos civilizatorios, y en donde el mundo del trabajo también se está transformando, ha sido un gran aprendizaje que nos obliga a estar revisando de manera permanente los mecanismos de organización, las estrategias de lucha, los espacios de debate, los mecanismos de representación y de movilización. De esta manera intentamos trazar algunas líneas sobre el conflicto universitario y la organización colectiva de lxs trabajadorxs docentes.

Desde la asunción de La Libertad Avanza (LLA) al gobierno nacional se empezó a materializar un proyecto político de destrucción de lo público y, en dicho marco, la Universidad no quedó afuera. El ataque a las Universidades Públicas y al Sistema Científico Nacional viene siendo sistemático y explícito, mediante el desfinanciamiento, acompañado por estrategias comunicacionales con discursos e información falsa, desprestigiando a toda la comunidad universitaria y con la falacia de que son “los pobres quiénes les pagan la universidad a los ricos”. En este contexto, más que nunca reafirmamos la convicción de que la universidad pública sigue siendo uno de los ámbitos por excelencia de la movilidad social argentina. Muchxs docentes y egresades de nuestra facultad dan cuenta de eso.

Ser trabajador/a/e universitarix en tiempos de Milei supuso una gran precarización de la vida en todos los sentidos”. Tras un año sin paritarias, tenemos un 70% de la planta docente bajo la línea de la pobreza, pero no a todes nos afecta de la misma manera. Frente a un gobierno nacional que no reconoce las brechas salariales y teniendo en cuenta que nuestra unidad académica está feminizada, es necesario aclarar que la crisis nuevamente coloca a las mujeres e identidades feminizadas en condiciones de mayor desigualdad, aún en la docencia universitaria. Somos quienes mantenemos triples jornadas laborales, entre el pluriempleo, las tareas de cuidado y los activismos fuera y dentro de nuestra universidad. Y si la realidad nos abruma, las afectaciones atraviesan nuestros cuerpos generando desgaste y desánimo. Sin embargo, los feminismos nos han enseñado a tejer redes de sostén entre nosotras y nosotres.

Sin salarios dignos no hay Universidad Pública” fue una de las primeras consignas construidas colectivamente entre trabajadores docentes y nodocentes de las universidades del país, una articulación necesaria para enfrentar la precarización no solo de nuestras condiciones laborales sino también de nuestras vidas. Por ello fue necesario apostar a la organización colectiva. La lucha docente implicó no solo un reclamo ante la profunda pérdida salarial que como trabajadores sufrimos como parte de las políticas de ajuste (licuación de salarios, pérdida del poder adquisitivo, ausencia de paritarias nacionales), sino que además condensó una férrea defensa por la universidad pública en su conjunto, dando cuenta de un conflicto que trasciende lo estrictamente presupuestario y salarial. Para ello, fue de gran importancia pensarnos junto a les nodocentes y estudiantes para construir estrategias que permitieran multiplicar los espacios de intercambio y de problematización del conflicto. De este modo se fueron multiplicando las acciones, con clases públicas, intervenciones callejeras, movilizaciones, marchas, volanteadas y asambleas por claustro, interclaustro e instancias interfacultades. Porque una de las convicciones que mantuvimos es que la universidad se defiende en la calle, en los barrios, en las plataformas digitales, en lo público.

Es importante mencionar que dicho desprestigio, como política construida por el gobierno nacional liderado por Javier Milei, además apunta fuertemente a las Ciencias Sociales. No es casual el ataque a las mismas si pensamos en los aportes que realizan nuestras disciplinas tanto para el diseño, la ejecución y el monitoreo de políticas públicas; como así también en la participación activa en luchas históricas, tales como el derecho a la salud sexual reproductiva y no reproductiva, el acceso a la ILE y la IVE, la participación activa de docentes en los proyectos de ley para el abordaje de las violencias por motivo de género y en la participación de innumerables reivindicaciones sociales y políticas, principalmente de aquellas vinculadas con los sectores empobrecidos y trabajadores. Por otro lado, la creación de espacios de articulación con otros actores sociales para el debate, la creación y la disputa de agendas públicas con puntos emergentes y propuestas que aportan al acceso a derecho y a la resolución de distintas problemáticas sociales. Nuestra facultad tiene una larga trayectoria de articulación y trabajo conjunto con organizaciones sociales, barriales, feministas, e incluso con áreas del propio Estado.

Defender la Universidad Pública no se trata solo de una defensa por el acceso irrestricto a la educación superior de manera gratuita y de calidad, impactando en la movilidad social de trayectorias individuales, sino que se trata de defender a un actor clave que disputa otros marcos interpretativos sobre realidad social y, de esta manera, también se trata de un espacio que es habitado por múltiples actores sociales que, de manera colectiva, construyen alianzas aportando a distintos procesos organizativos y de conquistas de nuevos derechos.

Paramos las ollas y las aulas”, fue una de las acciones que organizamos junto a la Mesa por la Emergencia Alimentaria de Córdoba, en el marco de una de las tantas jornadas de protesta. Dicha actividad fue producto de las articulaciones antes mencionadas, pero también significó la necesidad de fortalecer las solidaridades de las distintas luchas. Piquete y Cacerola la lucha es una sola, decían en los 2000, Ollas y aulas expresó una referente de la Poderosa resignificando las nuevas luchas en estos nuevos tiempos convulsionados. Otra de las convicciones que mantenemos de estos tiempos es que la lucha universitaria no debe estar aislada de otras luchas sociales, ni tampoco creer que el conflicto afecta estrictamente a docentes y estudiantes, porque eso significa pensar a la universidad aislada de la sociedad y negar la valiosa contribución que el sistema educativo superior y científico aporta al desarrollo soberano del país.

Tenemos un enorme desafío en nuestra tarea gremial, que nos obliga a repensar cómo la heterogeneidad de luchas nos permite confluir en nuevos horizontes comunes, y eso requiere también de un gran aprendizaje. Cómo potenciamos nuestra lucha con otras luchas que apelen a la solidaridad y unidad de todos los sectores que hoy nos sentimos interpelados por un gobierno que afecta no sólo nuestro presente, sino también el de las generaciones futuras, donde la defensa por la universidad pública representa esto último. Creemos que lo que está en juego es la disputa en torno al sentido de lo público y el carácter democrático del sistema universitario. Estamos en un momento histórico dónde el contexto no sólo nos llama a defender algunas banderas, sino también nos interpela para aportar a la construcción de otros proyectos que sean deseables y vivibles. “Inventar o errar” decía Simón Rodríguez, quizás estemos atravesando un momento histórico propicio para crear.

(*) Integrantes de la delegación docente de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS).

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