“Los pueblos indígenas somos parte de las soluciones”: desafíos y propuestas hacia un proyecto de sociedad intercultural

Por Ailin Piren Huenaihuen (*) y Magdalena Doyle (**)

Ailin Piren Huenaihuen es comunicadora y educadora del Pueblo Mapuce en Puel Mapu, en la provincia de Neuquén. Es parte del Lof Puel Pvjv, un lof ubicado en una zona semirural próxima a la capital neuquina, sobre una meseta. En esta entrevista, cuenta sobre el proceso político y cultural que llevan adelante, las propuestas de diálogos de saberes que promueven y algunos de los desafíos que vislumbran para un horizonte de interculturalidad.

Ailin Piren Huenaihuen (APH): En este momento estamos construyendo allá arriba en el territorio, hicimos construcciones en barro. Y estamos fortaleciendo la cuestión de la vida comunitaria en el territorio. Nuestra comunidad se sostiene en el fortalecimiento espiritual y proyección en el territorio.

Yo te cuento de nosotras como comunidad… “nosotras”, digo, porque la mayoría somos mujeres. Hubo un recambio en la comunidad, tuvimos nuestro proceso, con el desafío internamente de evaluar algunas cosas del machismo y patriarcado muy fuertemente arraigado… y tenemos que revertir esto.

Nuestra comunidad se rige por un estatuto autónomo y tenemos nuestras autoridades del Kvme feleal que es el Consejo de Autoridades. El mismo está integrado por logko, inan logko, Werken, xapvmkujiñfe, y Kona que son varios y varias, si bien nos cuesta ese recambio, está generando muchos movimientos y también apertura a profundizar sobre algunos trabajos.

Nosotras consideramos que lo más importante es conversar y re-transmitir lo que hacemos, los conflictos, tensiones que estamos teniendo… en este momento en donde estamos habitando las instituciones. Seguimos con los trabajos más fuertes en salud y en el eje de educación. Pero este año hicimos como una apertura a trabajar con las instituciones: la Universidad, el Estado provincial.

Así, por ejemplo, el tema de la Diplomatura en Medicina Intercultural, junto con la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), que este año (2024) se declaró formalmente Universidad Intercultural, que tiene muy fuerte el diálogo de saberes1. Y a la vez, tenemos en paralelo todo el trabajo más autónomo en educación y salud mapuce digamos, seguimos aprendiendo con la medicina mapuce, y fortaleciendo el trabajo en salud con el Machi que viene a la comunidad y atiende a personas mapuce y no mapuce con el sistema de salud mapuce. Estamos construyendo la ruka lawentuwe, que es el espacio de atención con la medicina mapuce.

Y después todo el trabajo en educación autónoma hacia adentro de la comunidad… los papás y, más que nada las mamás, se pusieron a fortalecer mucho el trabajo con los picikece, personas pequeñas de nuestra comunidad. Todos los sábados, tratando de ser constante, o sábado de por medio. Y el trabajo intercultural hacia afuera de la comunidad, el trabajo con escuelas e institutos de formación docente y la producción de materiales educativos, actualmente con el taller didáctico que depende del Consejo de Educación provincial.

Magdalena Doyle (MD): Cuando hablas del vínculo y la presencia en instituciones, ¿a qué te referis?

APH: Por ejemplo en la Universidad. En el caso de salud es con la Facultad de Ciencias Médicas, es la primera vez que tenemos un trabajo más sostenido en el tiempo y de articulación con esta facultad. En su momento, quien estaba al frente era el Vicedecano, y ahora asumió en esta gestión de gobierno como Ministro de Salud, él fue quien nos invitó. Yo coordino los espacios del diálogo de saberes, y tiene módulos muy académicos. Y en los talleres que coordino, lo que quiero es romper un poco con eso… yo le agregué material audiovisual, otros modos de construir y transmitir el conocimiento.

Y viene gente mapuce y no mapuce, agentes de la salud de diversas localidades de la provincia a participar de la Diplomatura. Es interesante lo que se genera, los aportes desde los territorios, de quienes vienen de distintos territorios, ya que se nutre el espacio de intercambio y debate.

Y en el ámbito de la educación, en el marco de la provincia de Neuquén, hay designaciones de lo que le llaman educadores mapuce; dos personas de la comunidad fueron elegidas como kimeltufe, las mismas fueron designadas justamente como maestras de idioma y cultura en el ámbito urbano, que además rompe con el preconcepto de que los mapuce no están en la ciudad.

En el barrio donde está la institución hay mucha población mapuche, pero también de otros orígenes. Es un barrio marcado por muchas situaciones de vulneración de derechos… y la escuela se involucra mucho con la comunidad, con las familias. Pero también suele haber muchas tensiones y resistencias de parte de algunas docentes. Son esas contradicciones también de las instituciones. Porque la demanda de que nos sumemos y acompañemos al proceso surgió un poco del interés de algunas docentes y a pedido de la institución. Y es la primera experiencia en el nivel inicial. Entonces la están tomando como referencia por eso, hay una necesidad también en el Consejo de Educación de la provincia del área de educación intercultural, de conformar un equipo pedagógico que trabaje sobre lo pedagógico-didáctico.

Los desafíos nuestros son el involucramiento en las instituciones desde un lugar propositivo, y producir contenido para difundir, retransmitir… Muchos de esos contenidos se producen de forma conjunta con instituciones, por ejemplo, con el Centro de Educación Feminista Popular e Intercultural (Cefpint) de la Facultad de Ciencias de la Educación.

MD: ¿Y qué objetivos y desafíos tiene para ustedes participar en instituciones del Estado?

APH: El desafío, primero, es comunicar cuáles son nuestros derechos y explicar que tienen jerarquía constitucional; es como todo el tiempo estar reafirmándonos, sosteniéndonos en nuestros derechos. Que están siendo sumamente vulnerados, pero sigue siendo importante sostenernos en eso que ha sido nuestro logro, porque ha sido producto de la lucha y reivindicación de las comunidades, de los pueblos. Como que se sigue viendo “bueno, los mapuce tienen derechos”, pero están minimizados de alguna manera. El derecho al territorio, la autonomía, la autodeterminación son derechos fundamentales para nosotros y eso todavía no está en la agenda de las políticas públicas. Por ejemplo, yo estoy mucho con el tema de los derechos de las mujeres y las niñas indígenas y todo lo que se ha impulsado a nivel internacional sobre esta cuestión… Pero a nivel territorio eso no se ve todavía reflejado en programas, políticas, en cosas concretas que nos permitan tener realmente acceso a esos derechos, que podamos sostenerlo en iniciativas de vida.

Pero también el desafío es dejar de estar invisibilizados nosotros mismos en esas instituciones. Nosotras como personas y nuestros derechos siguen siendo invisibilizados, vulnerados. El tema de la identidad sigue siendo muy fuerte, y de hecho mi trabajo me ha demostrado que es esencial… es un derecho y es un aspecto de nuestras vidas del cual tenemos que hablar más. Yo donde voy impulso esto del fortalecimiento de la identidad y resulta que en las instituciones hay mucha población mapuce, tanto en la universidad como en las instituciones del Estado.

Y lo otro, que es fuerte para mí en el plano del marco jurídico, es que se entienda que estamos hablando que los pueblos indígenas y particularmente las mujeres también, tenemos derechos individuales y derechos colectivos. Los derechos colectivos como el derecho al territorio… y por eso es importante el tema de las personerías jurídicas de las comunidades. En la actualidad es muy grave la situación, porque una Resolución del Instituto de Asuntos Indígenas a nivel nacional deroga el Registro Nacional de Comunidades indígenas (Renaci).

A nivel provincial es toda una disputa, una tensión muy grande, porque están en una inseguridad jurídica aquellas comunidades que no tienen personería jurídica… es esencial para nosotros tener ese registro… que ni siquiera es que el estado nos tiene que reconocer, solo nos tiene que registrar. Y eso tiene que ver con nuestro derecho, tanto individual como colectivo, a la autoidentificación.

MD: ¿Y esos desafíos se vinculan de algún modo con la posibilidad de pensar un proyecto de sociedad intercultural?

APH: Claro. Pero, a la vez, la interculturalidad no se acaba ahí, en lo jurídico. Los desafíos de la interculturalidad son varios. Nosotras, en la comunidad, estamos planteando los diálogos de saberes en los ámbitos en que trabajamos… estamos planteándolos desde nuestros propios conocimientos, desde nuestras propias instituciones, desde nuestras propias maneras de ver el mundo. Pero del otro lado, las otras personas tienen que estar dispuestas a considerar, a respetar y validar como importantes y necesarios esos saberes, y eso lleva un proceso. Y necesariamente hay que ver que no estamos en condiciones de igualdad, hay una desigualdad terrible y es importante evidenciar esas desigualdades y esas opresiones: las históricas, producto del genocidio, y las actuales, las que se van renovando con la continuidad de todas esas políticas genocidas y de formas sistémicas de oprimirnos. Y en ese plano, en esos diálogos siempre habrá tensiones… qué conocimientos son válidos de ser aprendidos y enseñados es algo troncal.

Y en nuestro caso, que somos mujeres, eso nos interpela también porque somos las que en algún punto estamos poniendo no solo conocimiento, sino propuestas. En este caso estamos llevando adelante esta propuesta de trabajar lo intercultural, somos nosotras las que estamos generando propuestas para el Kvme Felen (el buen vivir) y, a la vez, defendiendo nuestros territorios, aportando desde allí. Hay muchas mujeres a la vanguardia, no por casualidad, inclusive elegimos mujeres, designamos mujeres dentro de las autoridades. Hay un proceso muy interesante que se está dando: necesitamos que esas mujeres asuman roles de liderazgo, roles donde puedan ser consideradas sus voces, sus opiniones, sus propuestas, sus iniciativas como agendas políticas para el cambio.

Lo que pasa es que, del otro lado, ese “otro” que no somos nosotros no se revisa, no se interpela y eso es difícil. En uno de los primeros encuentros de la Diplomatura surgió esta cuestión, hablando del concepto de cultura, nosotras estábamos ahí, presentando a todos nuestros sistemas de conocimiento, de prácticas, de formas de entender el mundo, nuestras propias epistemologías. Y eso genera ciertas tensiones, movimientos que son necesarios, el otro tiene que estar dispuesto a poner en cuestión algunas cosas muy arraigadas.

Y después hay otras tensiones, respecto de quién está habilitado para exponer en la academia, para hablar en lo académico. Eso también es una tensión para nosotras.

Y también cómo vamos a echar a circular esos conocimientos, qué conocimientos nosotras vamos a compartir y qué no, hasta dónde estamos dispuestas también. Y quién de nosotras lo va a hacer. Todo eso nos genera también desafíos particulares en estos procesos de construcción interculturales.

Y lo que definimos nosotras es contar nuestros procesos. Entonces, nuestros procesos son importantes: nuestros procesos de empoderamiento, nuestros procesos de reconstrucción de nuestros propios conocimientos, nuestro idioma, la práctica misma de la experiencia. Estamos todo el tiempo poniendo en valor, y que esos saberes y experiencias no sean vistos como folklore, desde la idea de “bueno, los mapuce tienen tradiciones, costumbres, prácticas ancestrales”. Está muy estereotipada la imagen que hay sobre nosotros, entonces eso es lo primero que hay desmontar, hay que trabajar desde el conocimiento.

Y algo central es trabajar desde la parte histórica, hacer una reconstrucción histórica de la cuestión, del genocidio, de lo que implicó para nuestros territorios, qué nos llevó a esta situación, el desarraigo que vivimos, qué implicancias tuvo para nuestra identidad, qué efectos tiene en la actualidad, qué causó a nivel territorio, a nivel vida, a nivel idioma, a nivel cultural, todo el proceso que estamos viviendo. Y hacerlo en primera persona es lo que está generando un impacto muy grande en los ámbitos en que estamos. Tanto hacia la sociedad como en los mismos mapuce. Y estamos pudiendo contar realmente esos dolores, pero también que todos esos valores todavía siguen vigentes. Porque hablamos de eso y resulta que, del otro lado, también hay otra persona que tiene una historia, que está reconstruyendo su identidad, está queriendo fortalecerse, aún viviendo en la ciudad.

Y nosotras muchas de las cosas que estamos haciendo las estamos produciendo de manera conjunta con otras personas que también están involucradas en estos procesos de construcción intercultural. Algunas docentes, académicos, investigadores e investigadoras, gente mapuce, gente que escribe desde el arte… porque hay que pensar también que se puede producir contenidos desde otros ámbitos, como lo comunicacional. Nosotras no consideramos que aprendemos o enseñamos solo en el ámbito escolar o en el ámbito universitario, es otra apertura de producción de conocimiento, por eso queremos llegar a diversas personas, a la comunidad.

MD: Te hago una última pregunta. Hablabas recién sobre el lugar de las mujeres en este proceso que involucra tanto la participación institucional, la transmisión de conocimiento, las luchas territoriales, hablabas sobre un lugar fuerte de las mujeres en eso. ¿Lo ves como un proceso más bien reciente o es algo más de larga data, que ahora es visible?

APH: Yo creo que, de alguna manera, tiene que ver con los cambios en los que estamos inmersas. Somos una cultura viva, y como cultura viva hemos estado revisando nuestras concepciones sobre los géneros, las complementariedades y dualidades. Estamos haciendo una revisión crítica. Nosotros y nosotras hemos tenido que vivir procesos de descolonización de nuestra mirada y también revisión crítica de lo que es impuesto y de lo que es propio. En la década de los 90 se ha hablado mucho de “recuperación”: recuperación de las instituciones, recuperación de las propias formas del mapuce kimvn, de los roles y autoridades, de las formas propias de vivir y estar en el mundo. Pero en este tiempo estamos en este proceso que se llama de “revitalización”, y es una revitalización que no deja de ser una revisión crítica. Porque nosotras, por ejemplo, retomamos esa revisión de los roles, las funciones, ¿por qué siempre estuvo asociado que los roles del logko son de varones? ¿Por qué eso siempre ha sido así, tiene que ser así? ¿Qué es lo que pasa? Y, en este contexto, también creo que ha venido a aportar mucho el tema de los feminismos, los debates de estos tiempos, que nos llevan a nosotras a pensar el género, pero desde nuestros parámetros, desde nuestros mismos principios culturales. Y también a elegir: ¿queremos seguir manteniendo ciertas formas prácticas, o queremos revisarlas? ¿Qué lugar queremos asumir como mujeres en estos contextos de profundización del modelo extractivista y de fuerte explotación no sólo de nuestros territorios, sino también de todos los que convivimos y queremos proyectarnos en esos territorios? ¿Qué rol vamos a asumir nosotras en ese escenario como mujeres?

Y eso es lo que estamos, en este tiempo, tratando de conversar entre nosotras y en las redes que hemos ido tejiendo. Las hermanas indígenas a nivel internacional han incidido mucho para que tengamos un marco legal, como es la Recomendación general 39 (2022) de Naciones Unidas sobre los derechos de las mujeres y las niñas indígenas. Pero además, yo que estoy haciendo un rastreo desde la comunicación y los medios, he visto que también las mujeres indígenas hemos sido poco visibilizadas. En una entrevista le preguntábamos a un periodista y escritor sobre por qué aparecen recién ahora las mujeres que estuvieron en el Museo de La Plata, por qué se recupera sus nombres mapuce, el nombre de ellas recién ahora. Porque siempre está puesta la mirada sobre los logko, sobre los varones, y estuvieron invisibilizadas no solo las mujeres sino los niños y las niñas. Y fueron prisioneras de la ciencia. Y eso nos obliga a decir: “Bueno, ¿dónde están? ¿Dónde están en la historia?”. Nosotras estamos sacando una entrevista que habla del traslado forzoso y el sometimiento de las mujeres indígenas para la prostitución, no solo el reparto de mujeres en las casas, el reparto en las familias más pudientes o esta cuestión de las familias completas, mujeres con los hijos y las hijas sometidas a la explotación. Nosotras estamos, de a poco, metiéndolo en la agenda más pública. La historia sigue siendo desde una mirada no solo racista, sino patriarcal, ¿no?

Bueno, pero nosotras estamos generando contenido y material desde otra mirada, para poner en la agenda otros temas. Las mujeres no tienen que ser un problema, no lo somos de hecho. Hay propuestas que se están impulsando, eso nos interesa mucho difundir. Porque todavía hay un estereotipo estigmatizante de criminalización. Y nosotras, las mujeres, y los indígenas todos, no somos el problema… tenemos propuestas, somos parte de las soluciones.

(*) Lof Puel Pvjv (Puel Mapu), Pueblo Mapuce.

(**) Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y CONICET.


1https://medicina.uncoma.edu.ar/index.php/extension/actividades-de- extension/diplomatura-de-extension-medicina-intercultural/


Enlaces de producciones para consultar:

Comunidad Mapuche Lof Puel Pvjv:

Salud y medicina Mapuche: Machi Victor Kaniullan

 

 Enlaces a podcast sobre la Recomendación general 39 (2022) sobre los derechos de las mujeres y las niñas Indígenas (CEDAW)

Investigación del historiador Pablo Arias, “La horca y el prostíbulo: algunas alternativas para las mujeres indígenas repartidas en Buenos Aires, 1883”:

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