Por Soledad de León (*)
Este ensayo reflexiona sobre las lógicas propias de la imposición capitalista: violencia, incertidumbre, shock e indolencia. Soledad de León ahonda sobre la producción de incertidumbre como uno de los efectos de la modulación del tiempo —estrategia temporal del poder—, mirando las particularidades que adopta en el proceso Milei, en el contexto pospandémico.
Tiempos
Soy una vieja loca golpeando una cuchara
por la locura de un serrucho que gime
en una tarde de verano.
Una loca y vieja impotencia furiosa:
¡Paren eso! ¡Paren eso!
Y golpeo y golpeo la cuchara sobre la mesa.
Un bebé malo, un animal errado.
¿Qué es la mente? Su continuidad.
Hubo un tiempo antes de este ruido que me vuelve loca.
Habrá silencio después. Habrá.
Terrible la prisión del tiempo presente
y cólera inasequible
y pena interminable:
sin videncia ni memoria
la vieja mona loca golpea y golpea la cuchara.
Sin promesa guardada, nada queda
sino el gemir del serrucho que al cerebro atrapa.
Úrsula K. Leguin
Provocar la pausa. Detenerse. Salir a la calle como mona cuerda con el cucharón en alto, gritando ¡Paren eso! ¡Paren eso! Ofrecerle nuestro tiempo a lo importante: a comprender la herida, conocer cómo rompe la piel el serrucho eléctrico, imaginar las mil formas de sutura. Recitar un conjuro contra la indolencia, con-versar. Leer poesía. Evocar memorias compartidas y disputar promesas de futuro, para no quedar atrapades en el terrorífico y veloz gemido de la motosierra.
De eso se trata este texto. De hacer un alto para sentir y pensar esta época vertiginosa, este fenómeno Milei que nos avasalla vorazmente y nos marea. De dialogar con trabajos que nos ayuden a entender la sensación de aturdimiento que nos acompaña a muches desde diciembre del 2023. Un trabajo nacido en la conversación con otres,1 que no ensaya respuestas certeras, más bien habita caminos posibles y más preguntas. Un texto que –casi a modo de crónica–, parte de la propia experiencia temporal (y la de un entorno) de clase trabajadora, de un cuerpo singular y colectivo afectado por el contexto. Una reflexión que se nutre del estudio de las violencias patriarcales, de la preocupación por el daño y el afán por reparar.2 Pero que también se sostiene a partir de formas otras de conocer –no académicas. Puntualmente aquí, es un diálogo atemporal con la escritora y pensadora Úrsula K. Leguin.
Un bebé malo, un animal errado
Hace unos meses una amiga contó, consternada, que su hijo de tres años le había preguntado señalando el televisor: Mamá, ¿por qué grita ese nene? Ese nene era el presidente de la Nación Argentina, haciendo algo tan evidente para un niño y tan poco preocupante para el 55% de les votantes que lo llevaron a la presidencia: gritar. Para muches resultaba desconcertante que alguien con explícitos mensajes de odio y promesas de destrucción pudiera ocupar el sillón presidencial. Y a una velocidad asombrosa, apenas iniciado su mandato, comenzó a cumplirlas. Firmó un Decreto de Necesidad y Urgencia y promovió una Ley de Bases con cientos de páginas que atentaban contra casi todos los valores democráticos y de justicia social que creíamos haber construido como consenso. Para algunos sectores sociales significó un golpe demoledor: sensación de caos, desborde, incredulidad. El primer proyecto de Ley de Bases tenía trescientas cincuenta páginas y más de seiscientos artículos. Luego circularon otras versiones con un articulado más acotado y finalmente, en las instancias de discusión parlamentaria, estalló la confusión porque no había claridad sobre el documento que se estaba discutiendo. La incertidumbre era generalizada y total: tanto el pueblo como los representantes, perdíamos las bases donde hacer pie. Los cambios eran muchos, había marchas y contramarchas, la avanzada sobre nuestros derechos tenía múltiples frentes y crecía la confusión. ¿Por dónde empezar? ¿Cuál aspecto priorizar? ¿Cómo digerir tanta devastación? El gemir de la motosierra aturdía y paralizaba. Y, para algunes, producir la pausa y el diálogo fue imperioso. ¿De qué se trataba todo esto? ¿En qué claves teóricas podíamos mirar lo que sucedía? ¿Fascismo, doctrina del shock, discursos de odio? ¿Violencia institucional, velocidad, neoliberalismo? ¿Fase apocalíptica del capital?3
Las preguntas eran muchas, pero también había certezas e intuiciones por explorar. En primer lugar, que había una relación directa entre velocidad, incertidumbre y parálisis. Segundo, que la acelerada destrucción despertaba todo un abanico de emociones y padecimientos subjetivos. Tercero, que no había nada de improvisado en este accionar. Y por último, que los estudios sobre las violencias podían colaborar en la búsqueda de comprensión.
Terrible la prisión del tiempo presente /y cólera inasequible /y pena interminable
Aunque no sea profusamente estudiado, son múltiples los posibles abordajes del binomio temporalidad-violencia. Por nombrar algunos, podría hablarse de la pena interminable, de la atemporalidad del trauma, del tiempo de la destrucción y el de la reparación, de la violencia de hacer esperar y un sinfín de experiencias temporales vinculadas a la violencia, o violencias vinculadas a las estructuras temporales.4 Javier Cristiano ha trabajado sobre las lógicas temporales del poder, identificando las formas en que el poder hace un uso estratégico de las variables temporales. Identifica diez maneras posibles: expropiar, priorizar, hacer esperar, sorprender, apurar, dilatar/precipitar, prometer, amenazar, indeterminar y olvidar/recordar.5 En diálogo con su propuesta, propongo sumar (y hacer foco en) el uso de la modulación del tiempo como otra estrategia para someter, mirando la especificidad del proceso Milei.
La modulación del tiempo es un concepto que proviene de los estudios sobre la persuasión coercitiva, específicamente en las relaciones de pareja marcadas por la violencia. Traigo estos aportes a modo de referencia teórica, de disparador si se quiere, no para transpolar automáticamente los conceptos que han nacido para dar respuesta a otras problemáticas y en otras escalas, pero sí para tomarlos como inspiradores de la reflexión. Retomando entonces, la persuasión coercitiva se distingue de otras formas de persuasión (como búsqueda de influir en la conducta de otre), porque produce una presión intensa en el sujeto, que impacta directamente en su subjetividad y limita su libertad de elección, aumentando las probabilidades de obtener la persuasión deseada. Es una estrategia utilizada para mantener las situaciones de violencia.
Les autores que la han conceptualizado,6 plantean que las estrategias de control o coerción funcionan de forma sinérgica e implican: actos violentos, modulación del tiempo en el que se ejercen esos actos violentos, y aislamiento. Pero para reflexionar sobre la incertidumbre, me voy a detener en los dos primeros.
Al hablar de actos violentos, se hace referencia a la violencia física, a la descalificación y desvalorización y, por último, a las amenazas. Voy a recuperar estos puntos más adelante, pero me parece fundamental hacer un alto para reflexionar sobre las amenazas, por su dimensión temporal. La amenaza se trata de una suspensión temporal, una latencia en el tiempo con capacidad de proyectarse al futuro. Es fácilmente reconocible y tiene un gran poder disuasorio, porque es difícil que alguien quiera correr el riesgo de comprobar si quien la emite va a cumplir.
Y en cuanto a la modulación del tiempo, lo que les autores plantean es que las personas violentadas son sometidas a un proceso de violencia continuo, en el que irrumpen agresiones impredecibles, alternadas con momentos de supuesta serenidad. Esto crea la ficción de un ciclo con momentos de mucha tensión, violencia física y moral, al cual luego se le suceden momentos de calma, pero en realidad la calma no es tal. Son momentos atravesados por el componente de las amenazas y violencias menos explícitas. Entonces la violencia es permanente, y uno de los efectos clave de esta modulación del tiempo, es la incertidumbre. Cuando hablamos de incertidumbre hablamos de falta de certezas, de pérdida de referencias, de confusión. Es imposible para la persona victimizada predecir, prever o anticipar el próximo acto violento. La persona entra en un estado de confusión y asombro, sensación de caos que le suele llevar a la parálisis, a no poder accionar una salida. Especialmente se ha estudiado que lo que produce la parálisis es el miedo que genera toda esa situación.
Entonces, con estos aportes, se pueden revisar algunos hitos representativos de estos 10 primeros meses de gobierno de Milei. Una de las experiencias compartidas por muches, gira en torno a la dificultad para reconstruir la línea temporal de lo acontecido hasta ahora. Han sucedido tantas cosas en tan poco tiempo, con tantos reveses, que resulta difícil “estar al día”, no sentirse un poco perdida/o. Aún así, podemos identificar algunos momentos de mayor tensión, de un incremento de la violencia física, de la represión. Podemos identificar las manifestaciones del 20 de diciembre del año pasado con represión y detenidos, la represión de febrero en las marchas contra la ley ómnibus, la represión en el mes de junio en las manifestaciones por la ley de bases, con detenidos y torturados. Las tremendas golpizas a les jubilades. Durante todo este tiempo ha habido permanentes situaciones de descalificación y desvalorización de lo público, de lo común, lo colectivo y de todas las personas que viven y trabajan por un proyecto histórico diferente al de la acumulación de capital. Lo que tampoco han faltado, han sido amenazas. Amenazas de despidos, y amenazas de disolución de espacios e instituciones que para gran parte de la sociedad representan no sólo fuentes de empleo, sino una forma de concebir lo democrático, nuestra vida en común, acuerdos básicos de una vida en donde el destino de quien tenemos al lado, nos importa. Quizás la imagen más icónica, además de Milei revoleando papelitos con el nombre de ministerios en cámara al grito de ¡afuera!, fue la Ciudad de Buenos Aires empapelada con el que corta no cobra y los anuncios por altoparlantes que amenazaban con dar de baja beneficios sociales a quienes se manifestaran incumpliendo el nuevo protocolo de seguridad. O las toneladas de alimento para los comedores pudriéndose, mientras las cifras de nuevos pobres se disparan. Y ni hablar de la violencia simbólica en actos cruelmente premeditados, como cambiar el nombre del Salón de las Mujeres de la Casa Rosada por el “Salón de los próceres” el 8 de Marzo, o lanzar un spot oficial para el 24 de marzo, que desmentía la cifra de les 30 mil desaparecides, entre otras.
Entonces, nos encontramos con momentos de mayor recrudecimiento de la violencia física y momentos de aparente calma, en donde operan las amenazas y la violencia simbólica. Acá me permito una digresión, pero resulta importante traer los aportes de Rita Segato en el estudio de las violencias.7 La autora plantea que cuando la crueldad es física, no puede prescindir de su correlato moral, ya que sin desmoralización no hay subordinación posible. Es decir, que no existe la violencia puramente física, sus consecuencias son inevitablemente morales. La violencia es un acto comunicativo, da un mensaje, alecciona. Volviendo: podríamos reconocer que nos encontramos vivenciando un continuum de violencia, con explícita modulación del tiempo como estrategia coercitiva, generando esta sensación de que por momentos tomamos aire. Esto significa que nos encontramos ante una incertidumbre producida, un estado de confusión y pérdida temporal generadas, que buscan limitar o debilitar nuestras posibilidades de respuesta y resistencia.
Vale aclarar que esta incertidumbre no sólo es efecto de la modulación del tiempo en el que se ejercen las violencias. Está afectada también por los cambios en las condiciones materiales de vida y las (im)posibilidades de futuros, como así también por la insistencia en transformar la narrativa sobre nuestro pasado. Porque si –como dijo Marx– todo lo sólido se desvanece en el aire, ¿en dónde hacemos pie? ¿Cómo construimos marcos de referencia para nuestros proyectos vitales, personales y colectivos?
No es ninguna novedad hablar del uso de la violencia como mecanismo para ejercer el poder, imponer una “historia oficial” o un proyecto político. Pero detenernos a reconocerla y nombrarla en la especificidad de este momento histórico, puede ser un paso importante para elaborar un conjuro. Para que el vértigo se ralentice, reivindicar la memoria, reconstruir el arraigo, enmendar lo roto y fabricar antídotos.
Hubo un tiempo antes de este ruido que me vuelve loca
Una de las sensaciones compartidas entre algunes es que mucho de lo que está aconteciendo nos evoca una memoria de un tiempo ya vivido. De que esto ya pasó. Como decía, no es la primera vez que se usa la violencia para imponer un proyecto político, económico, societal. ¿Cómo no evocar a Naomi Klein y su libro La doctrina del Shock? ¿Será que estamos reviviendo aquel tiempo anterior?
En esa obra, la autora se dedicó a estudiar minuciosamente al teórico neoliberal de la Escuela de Chicago y asesor de Pinochet en los años 70, Milton Friedman. A partir de una catástrofe natural en Nueva Orleans, Friedman planteó que las crisis climáticas producían un estado de shock que creaba las oportunidades para instalar cambios sustanciales en la sociedad. Entonces que ante una situación de shock, ya sea por un evento “natural” o producido, había que actuar con velocidad e inmediatez para imponer cambios que de otro modo no se aceptarían fácilmente. Entonces, ante el shock y asombro de la guerra o la catástrofe climática, se imponía el shock económico. Naomi Klein planteó que la doctrina económica del shock necesita, para aplicarse sin ningún tipo de restricción, algún tipo de trauma colectivo adicional que suspenda temporal o permanentemente las reglas del juego democrático.
Todo esto me llevó a pensar en la pandemia como trauma colectivo reciente. Que por un lado ha dejado grandes secuelas en la salud mental de nuestros pueblos, ha fragmentado los lazos sociales, nos ha atomizado un poco frente a las pantallas, y que además ha sido utilizado como una oportunidad de enriquecimiento para grandes empresarios. El informe que hace OXFAM todos los años sobre la desigualdad en el mundo, planteaba que durante la pandemia de la COVID-19, los diez hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna, mientras que los ingresos del 99% de la población del mundo se deterioraron.8 ¿Podríamos pensar que la pandemia ha sido una antesala que ha moldeado algunas condiciones necesarias para el avance de la derecha? Quizás este post-pandemia se configuró como un terreno fértil para sembrar individualismo y recrudecer –una vez más– el proyecto del capital. Y la modulación del tiempo, como una de las posibles estrategias para debilitar nuestras resistencias. Por supuesto que hay muchas más puntas del ovillo por desenredar, pero estos pueden ser algunos incipientes caminos para seguir recorriendo.
Habrá silencio después. Habrá.
La psicoanalista argentina Irene Fridman, en sus estudios sobre la violencia de género, nos recuerda la importancia del orden social a la hora de elaborar las situaciones de violencia –que pueden o no traumatizarnos.9 Recuperando autores que estudian el trauma social y los estudios sobre el nazismo y el terrorismo de Estado en Argentina, sostiene que la destrucción del psiquismo para las víctimas de violencia se ve agravada cuando el lazo social que debe cuidar y sostener, no acude en su ayuda. ¿Cómo estamos procesando las violencias personales y colectivas de este tiempo? ¿Cómo digerimos que haya parte de nuestro pueblo que celebra –entre otros– el cierre de instituciones, la pérdida de empleos, los comedores sin alimentos y el desfinanciamiento universitario?
Lamentablemente, no todes compartimos la idea de que el Estado debe procurar la garantía de derechos y desarrollar tareas de cuidado y protección. Que debe cumplir un rol activo para reducir y compensar las desigualdades inherentes al capitalismo. Y que son muy difíciles de remontar las consecuencias que trae consigo entregar el devenir de nuestro pueblo al mercado. Quizás nuestro margen de acción en este momento esté acotado. Pero resulta fundamental asumir la responsabilidad de no configurarnos como agentes o instituciones que refuercen la condición traumática frente a las violencias que estamos viviendo. Manifestar el desacuerdo, nombrar la violencia, condenarla. Gritar fuerte ¡Paren eso! ¡Paren eso! Y detenernos. Mirar en perspectiva. No olvidarnos que antes de este ruido de la motosierra que busca enloquecernos, hubo un tiempo. Hubo un tiempo –siempre perfectible– en donde lo que le sucediera al otro, importaba. Un tiempo de proyectos colectivos, horizontes comunes, reparaciones históricas, memorias vivas. Hoy el ruido es impetuoso, persistente y nos ensordece. Busca marear, confundir, caotizarnos. Habrá que detener la motosierra, organizar el sufrimiento, crear nuevas referencias que combatan la incertidumbre y gritar todas las veces que haga falta que paren eso. Habrá silencio después. Habrá dicha. Habrá fiesta también. Habrá.
(*) Docente de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud (FHCSyS) de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE).
1 Especialmente con el Grupo de Estudios sobre Tiempo, Capitalismo y Sociedad (GETCSO).
2 Investigo sobre violencias patriarcales, puntualizando en la trata de mujeres con fines de explotación sexual y su vínculo con el extractivismo.
3 Estas han sido, entre otras, las claves de lectura más frecuentes en el mundo académico, aquí recupero sólo algunas.
4 De nuestro grupo de estudios, Javier Cristiano y Victoria Dahbar han trabajado este binomio y recomiendo sus trabajos.
5 Cristiano, J. L. (2021). Lógicas temporales del poder: Una aproximación a las relaciones entre poder y tiempo social. Castalia, nº 36-
6 Escudero Nafs, Antonio; Polo Usaola, Cristina; López Gironés, Marisa & Aguilar Redo, Lola (2005). La persuasión coercitiva, modelo explicativo del mantenimiento de las mujeres en una situación de violencia de género: I: Las estrategias de la violencia. Revista de la asociación española de neuropsiquiatría, (95), 85-117.
7 Segato, Rita L. (2003). Las estructuras elementales de la violencia Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos.
8 Pineda, Bertha; Calle, María del Carmen; Mejía, Carlos; García, Gloria & Rodríguez, Ernesto (2022). Las desigualdades matan. Informe de Oxfam.
9 Fridman, Irena (2020). Violencia de género y psicoanálisis: agonías impensables. Lugar editorial.
Bibliografía
Cristiano, J. L. (2021). Lógicas temporales del poder: Una aproximación a las relaciones entre poder y tiempo social, Castalia, nº 36.
Escudero Nafs, A., Polo Usaola, C., López Gironés, M., & Aguilar Redo, L. (2005). La persuasión coercitiva, modelo explicativo del mantenimiento de las mujeres en una situación de violencia de género: I: Las estrategias de la violencia. Revista de la asociación española de neuropsiquiatría, (95), 85-117.
Fridman, I. (2020). Violencia de género y psicoanálisis: agonías impensables. Lugar editorial.
Pineda, B., Calle, M. D. C., Mejía, C., García, G., & Rodríguez, E. (2022). Las desigualdades matan. Informe de Oxfam.
Segato, R. L. (2003). Las estructuras elementales de la violencia Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos.