Por Mercedes Borneo (*)
A tres años de la sanción de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), el derecho al aborto legal, seguro y gratuito se encuentra en riesgo frente a un nuevo orden político que tiene entre sus premisas la oposición férrea a la autonomía de los cuerpos de las mujeres y personas gestantes. Mercedes Borneo escribe desde la la incertidumbre que arrolla derechos y autonomías, desde la urgencia “de preservar y defender lo que ya hemos conseguido hasta ahora”.
Ya es sabido que el movimiento feminista a lo largo de la historia ha tenido que ocupar las calles para expresarse en contra de un mundo patriarcal que oprime constantemente a las mujeres y disidencias. La lucha por la legalización del aborto fue crucial en la historia del movimiento feminista en nuestro país: apareció como significante vacío, como aquello que pudo reunir a las diversas ramas dentro del feminismo en una lucha en común. Con la Marea Verde, mujeres que jamás se habían preguntado nada comenzaron a cuestionarse formas de vincularse, su lugar en el mundo como mujeres y los tratos y prácticas de hombres hacia mujeres. La Marea Verde fue mucho más que la lucha por el aborto legal, y la ley aprobada en 2020 fue mucho más que algo que sucedió en el Congreso. En realidad, más allá de lo concreto y de la efectiva legalización, fue un símbolo de la lucha de las mujeres que pusieron sus cuerpos en las calles, en asambleas, en sus casas, en sus trabajos y en ámbitos públicos. Fue la culminación de años y años en los que, de a poco, se fue cuestionando el rol de las mujeres, la libertad sobre nuestros cuerpos y los roles de género que nos oprimen desde hace tiempo. ¿Cuántas de nosotras nos acercamos al feminismo y a la vida política gracias a este grupo de mujeres que comenzaron siendo pocas y terminaron siendo miles y miles? ¿Cuántos de ustedes, hombres, se cuestionan formas de actuar y de pensar gracias a estas mujeres?.
Entonces, la legalización del aborto fue una conquista feminista que significó el triunfo de un movimiento que empezó desde muy abajo y fue encontrando su lugar muy de a poco, al resaltar que las mujeres también tenemos derecho a poder decidir sobre nosotras mismas y sobre nuestros cuerpos. Fue una conquista de un movimiento que, de a poco, fue liberando a muchas de las garras del patriarcado al resaltar nuestro lugar poderoso en el mundo.
Ahora, hoy, en 2024 ¿todo lo conseguido está en juego?. Sabíamos que todavía quedaba mucho trabajo por hacer desde aquel 30 de diciembre de 2020 cuando se aprobó la ley. Pero el proyecto de ley presentado el 8 de febrero de 2024 por parte de una diputada del espacio La Libertad Avanza nos asusta y nos invita a cuestionarnos si efectivamente lo conquistado ya está conquistado, o si hay que seguir luchando. Ese proyecto que intenta derogar la Ley 27610 nos reafirma lo que Simone de Beauvoir en algún momento dijo: “Bastará una crisis política, económica o religiosa, para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos”.
Resulta paradójico que el mismo gobierno que dice que 2024 será el año de la “defensa de la vida, de la libertad y de la propiedad”, sea el que presenta un proyecto de ley para derogar la IVE, una ley que permite que podamos tener libertad sobre la decisión de nuestros cuerpos. El mismo que un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, decide cambiar el nombre del “Salón de Mujeres” de la Casa Rosada por un “Salón de los Próceres”, bajando los cuadros de mujeres importantes de la historia argentina, que son reemplazados por cuadros de hombres. El mismo gobierno que cierra el Ministerio de la Mujer. El mismo gobierno encabezado por un presidente que va a un colegio secundario y habla pestes de las mujeres que forman parte de la Marea Verde. El mismo que con todo esto habilita el resurgimiento de discursos, que no se habían ido del todo pero que se habían apaciguado, que atentan contra la libertad de las mujeres en un mundo que ha sido y es por y para hombres. ¿De qué libertad hablan entonces si ellos mismos son los que promueven el retroceso de lo conquistado en materia feminista? ¿De qué libertad hablan si ellos mismos promueven la opresión de nuestros cuerpos y nuestra libertad? ¿Esto significa que la libertad de nuestros cuerpos está en juego? Nuestros derechos y autonomía son inciertos y nos toca un desafío fundamental: preservar y defender lo que ya hemos conseguido hasta ahora. Ningún interés particular ni ideología debería atentar contra nuestra libertad. ¿Y vos, qué podés hacer?.
(*) Estudiante de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).