ESI, una sigla que se volvió “santo y seña”

Por Pate Palero (*)

Si queremos conocer y abordar cuestiones vinculadas a Educación Sexual Integral, lo primero que tenemos que hacer es “resetearnos”, asumiendo nuestro propio desconocimiento y distancia respecto de los tópicos planteados en esa “integralidad”. Eso nos propone la autora, pero también nos comparte un sinnúmero de recursos -una “caja de herramientas”- al alcance de la mano para dialogar con otras y otros sobre ESI, esas tres letras liberadoras.

E, ese, i. “Esi”, tres letras, alternadas por dos puntos, se volvieron una sigla subversiva, una contraseña para desatar debates y problematizar sentidos comunes en una institución llamada a homogeneizar jerárquicamente. Pensar recomendaciones para abordar la ESI es asumir que el recorte será escaso e injusto, porque cualquier intento debiera comenzar por “resetearnos”, asumiendo que somos producto de la generación del “eso no se habla y eso no se toca”. Más que fórmulas y dispositivos, lo urgente, lo primero, es desactivar la propia represión, el miedo a la “otredad” y la ignorancia o negación generacional respecto al placer, al deseo y al disfrute.

De las tres letras que integran las siglas de Educación Sexual Integral, empezaría por la I. El enfoque “integral” es imprescindible para entender la Ley 26.150 como una herramienta de transformación, que permite revisar los vínculos cotidianos entre las personas desde sus primeras socializaciones, en clave de derechos humanos.

Esta integralidad aparece en los Lineamientos Curriculares[1] –aún vigentes, pese a tener más de 10 años de redacción- que son meticulosos en las diferentes formas de incluir ESI en los distintos niveles y áreas de aprendizaje, y explícitos a la hora de proponerlos como: “un escenario de encuentros: entre jóvenes y adultos, entre disciplinas y saberes, entre responsables de políticas públicas, entre familias y escuelas, entre cosmovisiones, creencias religiosas y tradiciones culturales, en el marco del respeto por el derecho a información de nuestra infancia y adolescencia”.

Por eso la importancia de recuperar en clave de “igualdad” algunos textos que invitan al juego “porque sí”, sin otra finalidad más que la de “entrenar” nuestra capacidad de encontrarnos para divertirnos, para reconocernos entre “pares” diversos. “El juego del juego”, de Jean Duvignaud, “Taller de animación y juegos” de Luis M. Pescetti o “La ciudad de los niños” de Francesco Tonucci, como para empezar a hablar.

La S, ahí en el medio, con sus curvas turgentes y provocadoras, siempre dio que hablar. Porque todo lo que suene a sexo se asocia directamente a pecado, a peligroso, a promiscuo. Incluso después de que en el 2006 la Organización Mundial de la Salud (OMS) explicara “que la sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales”[2]. No estaría mal tener esta frase pegada en la tapa de alguna carpeta, en la “estera” de la sala de profes. Y reforzarla quizás con el libro “Toda educación es sexual”[3], coordinado por Graciela Morgade, repitiéndonos que cuando decimos “toda” es “toda”: en todos los niveles, todas las áreas temáticas, todas las modalidades y los espacios en donde nos desempeñemos estaremos expresando nuestra forma de vivir la sexualidad: identidad, orientación y expresión.

La “E”, tan estructurada y cuadradita, nos habla de escuela, de educación y nos invita a revisar nuestra instrucción, en la que la autoridad docente era incuestionable, omnipresente y sabelotoda. La ESI nos resulta subversiva porque invierte esa autoridad: la información más actualizada suelen tenerla nuestras/os estudiantes, nuestras/os hijas e hijos, que nos recomiendan series como “Sex Education” y “Big Mouth” para ver en Netflix.

Tampoco es despreciable la E de Canal Encuentro, donde desde el año 2011 fueron alojados disparadores para talleres y debates que conservan actualidad[4].

Con esta base previa, podemos iniciar la construcción de una “caja de herramientas” personal en la que iremos agrupando recursos para emprender la aventura de “preguntarnos con”… otros docentes, otras familias, hijos, hijas, hijes, estudiantes, según sea el caso.

Numerosas instituciones disponen de materiales en sus sitios web. En Córdoba, el equipo del Programa ESI que depende del Ministerio de Educación de Córdoba[5] ofrece un blog con muchísimos enlaces organizados temáticamente, en donde destaca el trabajo de elaboración propia: “Contagiando ESI. Educar en igualdad en tiempos de aislamiento social”. Por su parte, la Unión de Educadores/as de la Provincia de Córdoba dispone del sitio “Conectate UEPC”, en el cual comparten materiales elaborados desde el ICIEC (Instituto de Capacitación e Investigación de los/las Educadores/as de Córdoba) y desde la Secretaría de Derechos Humanos y Género [6]. Desde esta área, junto a Santiago Merlo y Marcos Ordóñez fuimos convocados por Silvia Marchetti para elaborar una serie de cartillas bajo el nombre “Toda educación es sexual”, que comenzaban con tres recomendaciones para el antes, el durante y el después de una propuesta de ESI:

  • Antes:

Recordar que las modificaciones requieren un proceso, que una sola actividad no alcanza y por eso, debemos organizar varios encuentros de intercambio de opiniones, de ofrecimiento de información y de escucha de otras voces (especialistas, representantes de organizaciones y de ONG, entre otros) Es decir, diversas propuestas con el mismo objetivo.

También es recomendable no trabajar en soledad. De a poco, tratar de sumar a más docentes para que las voces se multipliquen y para que la temática cuente con abordajes por cursos y/o disciplinas hasta ser tomada a nivel institucional.

Sería importante antes de comenzar, indagar con las/os alumnas/os en sus concepciones sobre el amor y la relación de pareja, qué percepciones tienen.

También se puede registrar qué experiencias se han desarrollado previamente en la escuela, qué buenas prácticas existen para retomarlas. Compartir temas, intereses y necesidades con las familias para conseguir resultados más integrales y sostenidos en el tiempo.

  • Durante la actividad:

Tener presente el objetivo que queremos alcanzar en cada intervención. No pensar que vamos a responder a todas las inquietudes en un solo encuentro.

Dar protagonismo a las/os alumnas/os desde el principio. Que puedan expresar lo que piensen y sientan, que tengan claro que no hay respuestas correctas e incorrectas de antemano.

Pensar siempre en un abordaje desde la diversidad, intentando respetar las pautas de intervención y los ritmos.

Dejar siempre un espacio de reflexiones o conclusiones finales.

  • Tras la actividad:

Compartir impresiones, con otras/os docentes, las buenas prácticas y/o las dificultades que se nos han podido presentar.

No dejarnos influir por las primeras sesiones, este es un proceso metodológico cuyos resultados se hacen visibles a medio-largo plazo. Tampoco debemos plantearnos llegar de igual manera a todos los chicos y las chicas, ya que como hemos mencionado, existen muchas diferencias a nivel individual.

Reuniones finales con las madres y padres, para el seguimiento o para presentar el resultado de la intervención.

En el ámbito local también el proyecto “Hablamos de Amor Córdoba”, con más de diez años de trabajo avalado por la Universidad Nacional de Córdoba, ofrece una cartilla en lenguaje “chabón/a cordobés/a” a favor de la prevención de noviazgos violentos en la juventud[7].

A nivel nacional, la Fundación Huésped, dedica una sección especial con materiales, propuestas de capacitación y legislación actualizada[8]. También la Fundación Kaleidos difundió recientemente “El Deconstructor”[9], un kit de materiales audiovisuales para abordar ESI con adolescentes.

Tampoco podría obviar la perspectiva que ofrece “Católicas por el Derecho a Decidir Argentina”, que recuperando una espiritualidad disidente de las jerarquías religiosas, ofrece miradas interseccionales, interculturales, y sincréticas de los derechos sexuales y reproductivos[10].

Para finalizar, considero indispensable una aproximación a la experiencia Skolae[11][12], “un programa holístico que desmonta los estereotipos de género y crea un ámbito de igualdad para todas las edades en las aulas” creado por el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra (España). Pese a que sus promotores fueron perseguidos por sectores anti-derechos con una causa judicial, el programa cuenta con gran respaldo social y recibió un reconocimiento de la UNESCO en 2019. El material cuenta con un amplio desarrollo conceptual que nos ubica en la necesidad de estos contenidos en el actual contexto de nuestras sociedades: educar para ciudadanías plenas. En sus palabras: “La familia y la escuela tienen objetivos comunes en la educación de las generaciones posteriores. Tanto la familia como la escuela trabajan para que los niños y niñas de hoy sean hombres y mujeres mañana, con valores democráticos, de respeto a la diversidad y de ciudadanía crítica, que les permitan vivir con dignidad, con responsabilidad y con libertad”.

Me quedan afuera –aviso, para no traicionar- proyectos, investigaciones y publicaciones de equipos académicos con nombres que a esta altura resultan indispensables: Marina Tomasini, Guadalupe Molina, Cecilia Re, Ruth Zurbriggen, Val Flores, Edu Mattio… basta buscarlos en Google para encontrar algún texto que nos siga invitando a hacer de esas tres letras un acróstico liberador:

Elegir Siempre Igualdad

Estar y Ser Infinitxs

Emoción Salud Ilusión

Esto Soy, Imagínate!

… y así.

(*) Comunicadora. Actualmente conduce el ciclo radial y televisivo “Mujeres que Mueven el Mundo” -emitido a través de los Servicios de Radio y Televisión de la UNC-; es además Directora Ejecutiva de “Católicas por el Derecho a Decidir- Argentina”; y colaboradora en la Secretaría de Derechos Humanos y Género de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC)

[1] Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral, Ley Nacional Nro 26.150 https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/lineamientos_0.pdf

[2] http://amsafelacapital.org.ar/2016/amsafe_va_a_la_escuela/esi/02-definicion_sexualidad.pdf

[3] https://www.bba.unlp.edu.ar/uploads/docs/esi_18_morgade___toda_educacion_es_sexual.pdf

[4] https://www.youtube.com/user/programaesi/featured

[5] http://programaesicordoba.blogspot.com/

[6] https://www.uepc.org.ar/conectate/esi/

[7] https://www.unc.edu.ar/sites/default/files/Cartilla%20Salir%20Conmigo_0.pdf

[8] https://www.huesped.org.ar/comunidad-educativa/

[9] http://fundacionkaleidos.org/taller-deconstructor/

[10] https://catolicas.org.ar/recursos-para-formadorxs/

[11] https://www.educacion.navarra.es/web/dpto/skolae-familias

[12]https://www.educacion.navarra.es/documents/27590/1325202/Libro+SKOLAE+CAST+web.pdf/1ba58d8b-d13b-4f2d-0fc1-9c5e99d5946e

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